jueves, 27 de diciembre de 2012

Belleza y basura


Me llama la atención la basura que se tira al suelo. Observo el proceso: mientras el estado de las cosas es inmaculado, parece haber una resistencia a la mancha, al deshacerse de lo sobrante de cualquier modo. Pero en el momento en el que alguien traspasa la frontera y tira” la primera piedra”es fácil observar cómo en ese mismo sitio empieza a acumularse la basura.
No hay mas que ver como se deposita la basura en los contenedores, como a alguien se le ocurra dejar algo fuera o mal metido, es inmediatamente seguido. Siempre va a haber alguien que contemple la estampa y decida que si el otro lo hace pues él también, o lo que sea que no piense.

¿A qué se deberá este impulso?

Hay una inercia hacia el dejarse llevar, hacia  la pasividad, donde se instalan no pensamientos como el de   “aquí nadie hace nada, ¡no lo voy a hacer yo!..” o como aquel del que fui testigo, en el que una persona de gran éxito y prestigio profesional salía con “¡¡¡que recojan otros mi basura, que para eso  pago mis impuestos!!!”

No tenemos  interiorizada la idea de que somos uno y que estamos en una relación de interdependencia VITAL, como grupo, como especie, pero también  como individuos.
Creo que nuestra excesiva individualidad, no percibe que para sobrevivir física y emocionalmente, necesitamos sentirnos valiosos, queridos, BELLOS.

Y aquí es donde belleza y basura se encuentran.

Amparados en la clandestinidad del no ser vistos y otras por el que provee ser uno mas del grupo,  es donde empieza a actuar la basura, donde nos dejamos llevar por el impulso de no hacer nada, por el no tomar contacto con  la responsabilidad de nuestros actos.
Parece que esto puede ser lo más reconfortante, “me deshago de lo que me molesta”, “no me meto en lo que no es de mi incumbencia”, “yo voy a lo mío...”, pero esto tan lícito, es el comienzo de la basura, de dejarse llevar por lo FEO, de hacernos los reyes del desierto donde poco crece, así no nos molestan casi nada. Pero con las mismas; no nos motiva casi nada, no nos  implicamos y comprometemos con casi nada...no somos felices DE VERDAD con casi nada.

Para sentirnos felices tenemos que fomentar lo bello y lo bello crece donde hay amor y compromiso. En aquellos sitios donde importa lo que les pase a los otros, donde los espacios comunes se sienten como propios y se cuidan como tal. Es aquel lugar en el que nos preguntamos como se sentirá nuestra vecina, si estará sola o si aquel niño que a veces se le ve triste, estará bien cuidado, porque lo sentimos de nuestra incumbencia, de nuestra responsabilidad.

Cuando veo acumularse basura, imagino que detrás hay una cabeza que todavía no conoce la belleza.




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jueves, 20 de diciembre de 2012

Enfados reprimidos o la alegría de limpiar el cajón de tu mesilla


El otro día hablando con nuestra amiga Marga, sobre la última matanza de Newtown en Estados Unidos, nos contaba que además del control de armas habría que pensar en los enfados. Nos ha enviado este texto con sus reflexiones para que lo publiquemos en nuestro blog.

La sociedad queda asombrada, asustada ante la última matanza en  Estados Unidos.
¿Podemos hacer algo cada ciudadano de a pie?
Uno de los aspectos revolucionarios a cambiar en la educación es lidiar con los enfados reprimidos. Desde los primeros días de la escuela nos enfrentamos al dolor y al enfado y ¿qué hacer con ello?
Vi en el señor Obama una mirada de padre y no de presidente. Tenía miedo y no se atrevía a mirar a la cámara. Sabe que está, por su puesto, en el centro de la diana de enfados reprimidos. Creo que todos lo estamos.
¿Por qué hay tantos avances en tecnología y no estamos educados para encauzar enfados?
Pienso que esto es mas sencillo que las matemáticas de primaria, pero no nos damos cuenta porque no estamos educados para ello.
Vale ya de “grandiosidades artificiales”.
El niño no se identifica con un hogar perfecto porque es irreal en cualquier lugar del mundo.
¿Qué papel jugamos los padres?
¿Proyectar que no pudimos ser nadadores, músicos, jugadores de baloncesto, etc..?

"Circo en invierno" Margarita Gamez
Queremos lo mejor para nuestro hijos, es indudable, pero tenemos que pararnos a pensar.
El ejercicio sería el siguiente:
En calma, hay que  educar para el enfado.
Los pasos a seguir serían:
Emborronar  papeles en blanco y a continuación limpiar, por ejemplo el cajón de tu  mesilla.  Esto es verdadero.

La misión del arte no es ver exposiciones “mil raras” que no entendemos. La misión del arte no es ser espectadores de la vida,  tenemos que ser “hacedores”, emocionarnos, entusiasmarnos.
La pintura puede ser el “gran camino”, el camino de encontrarnos con emociones válidas, emociones limpias, emociones verdaderas, auténticas.
La pintura está muy cerca de encauzar enfados, pero este no es su fin.
El arte es grande y transforma el dolor.

                                                Margarita Gámez
                                                www.gamezpintora.com


Margarita pone el acento en la dificultad de los adultos para enfrentar los conflictos y pensamos que no estamos enseñando a nuestros hijos a lidiar con los enfados, a que puedan ir conteniendose.  Se lo queremos poner todo tan fácil e ideal, que les desarmamos mentalmente para luchar contra el dolor y el ser humano necesita del dolor para construirse, para crecer. La agresividad es un recurso necesario para la vida pero requiere de un proceso de transformación, sin este proceso es solamente energía destructiva.

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jueves, 13 de diciembre de 2012

El 3%




Todas las semanas nos reunimos tres colegas para profundizar sobre temas que nos interesan: algún libro de  autores psicoanalistas, discusiones sobre temas técnicos y durante los últimos meses nos estamos reuniendo para profundizar sobre unas charlas que organizamos hace un tiempo sobre justicia de menores.

Estamos llegando a conclusiones interesantes. Entre ellas nos llamó la atención como en general en nuestra sociedad queremos, mediante el castigo, atajar conductas delictivas que se podrían haber intentado corregir antes de que llegaran a ser graves.  Y esto nos llevó a pensar en nuestra sociedad, en nuestra cultura, en como la mayoría de nosotros somos muy benevolentes con la trampa, con el engaño.
Hablábamos de que no está mal visto, por ejemplo, si en la cuenta de un restaurante no nos cobran algo callarnos, si nos devuelven mal un cambio (a nuestro favor, por supuesto) decimos ¡que se hubieran fijado!, también de como mucha gente alardea de pasarle a la empresa gastos, por ejemplo de taxi, que no han gastado en desplazamientos para la empresa "¡muchas veces uso mi coche y no me pagan por eso!" Pensábamos que estos pequeños engaños van en escala y por eso tenemos la sociedad que tenemos. Por ejemplo el famoso 3% de las comisiones que se llevan los políticos catalanes para su partido (o para lo que sea).


Podríamos pensar en el 3% como en un fantasía que todos albergamos.
En muchos casos puede provenir de una situación real por la que todos pasamos y que genera ciertos sentimientos hostiles. Esta situación sería la impotencia de la infancia.

En ella sentimos que muchas cosas quedan fuera de nuestro alcance, son “solo para los mayores”. Los que tengan hijos habrán experimentado situaciones en las que sus hijos intentan meterse en la cama de los padres, buscan atención exclusiva de uno o de los dos progenitores… Además de su evidente limitación física en fuerza, tamaño y habilidad, son también conscientes de que muchas situaciones son reservadas sólo para papá y mamá. Si además a esto le añadimos el temor a ser destronado (“destronado” también puede sentirse un hermano pequeño, respecto del mayor, por el mismo motivo antes expuesto),  todo este cóctel va predisponiendo un sentimiento de “injusticia “ que en mayor o menor medida experimentamos en la infancia y que se traduciría así: “los demás tienen cosas que no me quieren dar a mi”, “se aprovechan ”…

Quizás este sea uno de los sustentos psicológicos universales que determinan estos engaños de los que estamos hablando,  como dijimos antes, es un funcionamiento que justifica el apropiarse porque “solo se trata de un 3%”


Es como si tuviéramos un 3% de nuestra mente dispuesto siempre a engañar, a timar y esto está de alguna manera “perdonado” en nuestra sociedad.  Porque es un tema de escalas, que más da que no nos cobren una botella de vino, que pasemos un taxi por valor de 4 euros, que sisemos unos euros de un cambio mal dado, que nos quedemos con un 3% de una comisión….pero claro, a medida que vamos hablando de mayores cantidades ese 3% va aumentando y nos llevamos las manos a la cabeza ¡el 3% de 1.000.000 de euros! Pero en definitiva muchos hacemos lo mismo, porque al final una botella de vino es el 3% del importe de una cena ¿o no?



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lunes, 10 de diciembre de 2012

Madrid-Arena


Arbol de los mensajes
No deberíamos estar hablando de adolescentes en relación al Madrid-Arena, pero la verdad es que allí estaban.  La queja social está en que fallaron los limites externos, es decir los controles de entrada al recinto,  pero debemos ir mas allá y  pensar en qué pasó con  los limites internos.

Vamos a explicar a que nos referimos con límites internos:
Tener limites internos es  tener “cabeza”, pero esto de tener cabeza es un proceso  que se desarrolla en la relación padres-hijo, en la que se dota al niño de herramientas mentales para diferenciar  lo que está bien de lo que está mal, lo que se debe y lo que no, lo que se puede y lo que no. En definitiva diferenciar claramente que es cuidar y que es descuidar.
Desde el nacimiento el niño está aprendiendo todas estas diferencias y somos los padres los encargados de este aprendizaje. Enseñamos que rojo es parar y verde es cruzar, les educamos en la autonomía para que se sepan vestir, les enseñamos a cuidarse, que puedan discriminar dónde están los peligros; no hablar con extraños, les enseñamos a aceptar las normas, ser honesto y respetarlas; no se coge el dinero de mamá, no se miente. El dotar de cabeza a nuestros hijos es un proceso gradual,  desde la infancia hasta la edad adulta pasando por la adolescencia.
Los adolescentes no son adultos, están en el camino para serlo. Todavía necesitan de la ayuda y supervisión de los padres para seguir construyendo los pilares sólidos que serán necesarios para constituirse como un verdadero adulto. Además suelen sobrevalorar sus capacidades y las circunstancias externas, llegando a ser en sus juicios de valor muy temerarios.
Los padres a veces confunden informarse, con espiar, por ejemplo meterse en su cuenta de Tuenti, en su e-mail,etc. Informarse es por ejemplo saber dónde van nuestros hijos, a que tipo de sitios van, desde que edad, que se va a hacer allí.
Esta información está publicada, todos podemos ver el cartel anunciador de la fiesta donde aparecía un hombre sobre una chica en bragas a la azotaba en el trasero. No estaba permitido el acceso a menores de 18 años.
Nuestros hijos menores de edad salen por la noche e incluso hacen comentarios como: “el otro día casi me quedo sin el carnet de Pepe -¿y eso? – pues porque para entrar en una discoteca lo utilice y el de la puerta decía que no era yo y lo pelee tanto que se lo creyeron”
Esta situación que hemos presenciado se dio entre un hijo y familiares. Nadie tuvo nada que objetar al adolescente de 16 años por utilizar el carnet de su hermano mayor de edad para entrar en un sitio cuya entrada estaba limitada a los 18 años. Esta es una transgresión de la Ley. Pero la Ley no es solo un cartel que diga prohibida la entrada, esta es la última barrera, tiene que haber otras antes, que quizás sean las que construyen esa “Cabeza”. Los padres tienen la obligación de crear en sus hijos una buena interiorización de los límites y no deben olvidar que aunque el adolescente se está acercando a la edad adulta, todavía no lo es.



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