El otro día hablando con nuestra amiga Marga, sobre la última matanza de Newtown en Estados Unidos, nos contaba que además del control de armas habría que pensar en los enfados. Nos ha enviado este texto con sus reflexiones para que lo publiquemos en nuestro blog.
La sociedad queda asombrada, asustada ante la última matanza en Estados Unidos.
¿Podemos hacer algo cada ciudadano de a pie?
Uno de los aspectos revolucionarios a cambiar en la educación es lidiar con los enfados reprimidos. Desde los primeros días de la escuela nos enfrentamos al dolor y al enfado y ¿qué hacer con ello?
Vi en el señor Obama una mirada de padre y no de presidente. Tenía miedo y no se atrevía a mirar a la cámara. Sabe que está, por su puesto, en el centro de la diana de enfados reprimidos. Creo que todos lo estamos.
¿Por qué hay tantos avances en tecnología y no estamos educados para encauzar enfados?
Pienso que esto es mas sencillo que las matemáticas de primaria, pero no nos damos cuenta porque no estamos educados para ello.
Vale ya de “grandiosidades artificiales”.
El niño no se identifica con un hogar perfecto porque es irreal en cualquier lugar del mundo.
¿Qué papel jugamos los padres?
¿Proyectar que no pudimos ser nadadores, músicos, jugadores de baloncesto, etc..?
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"Circo en invierno" Margarita Gamez |
Queremos lo mejor para nuestro hijos, es indudable, pero tenemos que pararnos a pensar.
El ejercicio sería el siguiente:
En calma, hay que educar para el enfado.
Los pasos a seguir serían:
Emborronar papeles en blanco y a continuación limpiar, por ejemplo el cajón de tu mesilla. Esto es verdadero.
La misión del arte no es ver exposiciones “mil raras” que no entendemos. La misión del arte no es ser espectadores de la vida, tenemos que ser “hacedores”, emocionarnos, entusiasmarnos.
La pintura puede ser el “gran camino”, el camino de encontrarnos con emociones válidas, emociones limpias, emociones verdaderas, auténticas.
La pintura está muy cerca de encauzar enfados, pero este no es su fin.
El arte es grande y transforma el dolor.
Margarita Gámez
Margarita pone el acento en la dificultad de los adultos para enfrentar los conflictos y pensamos que no estamos enseñando a nuestros hijos a lidiar con los enfados, a que puedan ir conteniendose. Se lo queremos poner todo tan fácil e ideal, que les desarmamos mentalmente para luchar contra el dolor y el ser humano necesita del dolor para construirse, para crecer. La agresividad es un recurso necesario para la vida pero requiere de un proceso de transformación, sin este proceso es solamente energía destructiva.
Reservados todos los derechos. Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización de la autora
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