Todas las semanas nos reunimos tres colegas para profundizar sobre temas que nos interesan: algún libro de autores psicoanalistas, discusiones sobre temas técnicos y durante los últimos meses nos estamos reuniendo para profundizar sobre unas charlas que organizamos hace un tiempo sobre justicia de menores.
Estamos llegando a conclusiones interesantes. Entre ellas nos llamó la atención como en general en nuestra sociedad queremos, mediante el castigo, atajar conductas delictivas que se podrían haber intentado corregir antes de que llegaran a ser graves. Y esto nos llevó a pensar en nuestra sociedad, en nuestra cultura, en como la mayoría de nosotros somos muy benevolentes con la trampa, con el engaño.
Hablábamos de que no está mal visto, por ejemplo, si en la cuenta de un restaurante no nos cobran algo callarnos, si nos devuelven mal un cambio (a nuestro favor, por supuesto) decimos ¡que se hubieran fijado!, también de como mucha gente alardea de pasarle a la empresa gastos, por ejemplo de taxi, que no han gastado en desplazamientos para la empresa "¡muchas veces uso mi coche y no me pagan por eso!" Pensábamos que estos pequeños engaños van en escala y por eso tenemos la sociedad que tenemos. Por ejemplo el famoso 3% de las comisiones que se llevan los políticos catalanes para su partido (o para lo que sea).
Podríamos pensar en el 3% como en un fantasía que todos albergamos.
En muchos casos puede provenir de una situación real por la que todos pasamos y que genera ciertos sentimientos hostiles. Esta situación sería la impotencia de la infancia.
En ella sentimos que muchas cosas quedan fuera de nuestro alcance, son “solo para los mayores”. Los que tengan hijos habrán experimentado situaciones en las que sus hijos intentan meterse en la cama de los padres, buscan atención exclusiva de uno o de los dos progenitores… Además de su evidente limitación física en fuerza, tamaño y habilidad, son también conscientes de que muchas situaciones son reservadas sólo para papá y mamá. Si además a esto le añadimos el temor a ser destronado (“destronado” también puede sentirse un hermano pequeño, respecto del mayor, por el mismo motivo antes expuesto), todo este cóctel va predisponiendo un sentimiento de “injusticia “ que en mayor o menor medida experimentamos en la infancia y que se traduciría así: “los demás tienen cosas que no me quieren dar a mi”, “se aprovechan ”…
Quizás este sea uno de los sustentos psicológicos universales que determinan estos engaños de los que estamos hablando, como dijimos antes, es un funcionamiento que justifica el apropiarse porque “solo se trata de un 3%”
Es como si tuviéramos un 3% de nuestra mente dispuesto siempre a engañar, a timar y esto está de alguna manera “perdonado” en nuestra sociedad. Porque es un tema de escalas, que más da que no nos cobren una botella de vino, que pasemos un taxi por valor de 4 euros, que sisemos unos euros de un cambio mal dado, que nos quedemos con un 3% de una comisión….pero claro, a medida que vamos hablando de mayores cantidades ese 3% va aumentando y nos llevamos las manos a la cabeza ¡el 3% de 1.000.000 de euros! Pero en definitiva muchos hacemos lo mismo, porque al final una botella de vino es el 3% del importe de una cena ¿o no?
Reservados todos los derechos. Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización de la autora
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