Sobre la ley de la oferta y la demanda la teoría dice: "hablando dentro de un mercado de competencia perfecta, el precio de un bien se situará en un "punto de equilibrio" donde la demanda sea igual a la oferta". (portal de economía e-conomics)
La semana pasada recibí notificación del pago de la tasa por prestación del servicio de gestión de residuos urbanos (la tasa de basuras de toda la vida). Esta tasa fue desglosada del IBI y constituida como un nuevo impuesto en la Comunidad de Madrid. A mi me parece una manera de recaudar más que un impuesto necesario para la comunidad, además me sentí estafada porque tenía que pagar algo que ya estaba pagando en el IBI. Esta sensación la he tenido más veces y creo que no soy la única que se siente así en otras muchas cuestiones. Intenté reflexionar sobre el mecanismo psicológico que podía estar debajo.
Según vamos madurando psíquicamente, adquirimos mayor perspectiva de las cosas pero al principio en nuestra mente sólo existe uno mismo, el otro casi no tiene presencia, lo que importa es lo que quiero yo regido además por un apetito voraz: “mío”, “lo quiero todo”, “¡lo quiero ya!”
Pero si las cosas se van dando bien, esta mentalidad infantil da paso a otra en la que este funcionamiento “corto de vista” y voraz se integrará con otros de mayor capacidad de contención del deseo, donde se quiere y se cuida al otro.
Cuando la mente va madurando importa lo que les ocurra a los otros, hay empatía y una preocupación genuina por las consecuencias que nuestra voracidad pueda tener en terceros. Por eso diría que en la mente madura de hombres y mujeres se ha incorporado la ley del padre, que pone normas de manera honesta para que los bienes sean disfrutados y cuidados por todos. Desde este estado mental mas desarrollado importa el ser humano, el mundo y su futuro.
Si volvemos a la mente menos evolucionada, que puede estar en niños y adultos, la ley del padre todavía no rige la mente y por tanto en su lugar hay otra ley sustituta: la ley del mas fuerte. Así el mundo y los otros se contemplan como al servicio de uno mismo, disponibles para servir al deseo voraz. Desde aquí la ley de la oferta y la demanda es entendida como una oportunidad para aprovecharse de la necesidad que tienen los demás: “ahora están en mis manos” (por supuesto los adultos con este funcionamiento no lo dirán así).
Cuando la mente puede alcanzar un desarrollo mayor, la interpretación es muy distinta porque se contempla la necesidad del otro como una oportunidad de cuidar y servir a la comunidad. La semana pasada, el día 7 de marzo, en “El Pais” entrevistaban al economista Christian Felber (autor de Economía del bien común, EBC Deusto, 2012) y decía:
“Ni el capital ni el beneficio empresarial son objetivos, sino medios”. Y añadiría que cualquier tipo de valor ético debería tener ventaja fiscal frente a un negocio gestionado con esa máxima omnipresente en los ochenta que verbalizó el personaje interpretado por Michael Douglas (Wall Street, 1987): “La avaricia es buena”. Felber simplemente piensa: “Las leyes deben invitarnos a comportarnos de forma social, responsable, empática, ecológica y solidaria”.
En el lado oscuro |
Según se entienda la ley de la oferta y la demanda, estaremos creando un entorno de confianza y cooperación mutua o todo lo contrario, un entorno de desconfianza si lo que prima es aprovecharse y no cuidar. En este caso es muy probable que la sensación que tengamos es de haber sido estafados, porque sin ley del padre no hay justicia, hay triquiñuelas y cuando uno siente que ha sido estafado se lo intenta cobrar de alguna manera… y así vuelta a empezar. ¡Sálvese quien pueda!
Reservados todos los derechos. Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización de las autoras.
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