Este es el titular de una noticia
publicada en "El
País" el 5 de junio de 2013. La polémica está servida: ¿quien es
el responsable de que los menores beban? Para algunos padres la
responsabilidad está en los comerciantes que no deben vender alcohol a
menores, para otros son las fuerzas de seguridad que permiten los botellones en
las vías públicas. Estas pueden ser medidas necesarias pero no
suficientes para limitar el consumo en menores, por esto nos gustaría pensar en
el papel que juegan los padres y cuales son sus dificultades y
responsabilidades.
Cuando los padres señalan a otros
para que se hagan cargo de controlar a sus hijos es quizás porque se sienten
muy desbordados e incapaces de saber cómo hacerlo. Culturalmente los
adultos nos estamos quedando más infantilizados y con esto queremos decir que
hay una dificultad en nuestra sociedad para funcionar como personas maduras y
responsables. Actualmente da la sensación de que una persona adulta cuanto más jovial
física y mentalmente parezca, más se le valorará, es como si no estuviese bien visto ser adulto y responsable, con todo lo que ello
conlleva, queremos ser eternamente jóvenes e ¿irresponsables?
Todo está
pensado para que el mundo lo dirijan los jóvenes (no necesariamente de edad,
sino de mentalidad), estamos creciendo en un entorno donde lo que se potencia
es, por ejemplo en los medios de comunicación y publicidad, esloganes como: !no
te pares! !el mundo no tiene límites! !salta las barreras! Los avances médicos
han facilitado mucho la fantasía de eterna juventud, a nuestro abuelos ni se le
pasaba por la cabeza la idea de que si les fallaba el hígado a lo mejor se lo
podían clonar o ¿por que no los ojos? Todo esto genera la sensación
de que podemos ser eternamente jóvenes.
La idea de padre con la que muchos
hemos crecido, padres a los que respetábamos, con autoridad suficiente para
marcar los límites y con las ideas muy claras sobre lo que se podía o no se
podía hacer, parece que se ha diluido.
Creemos que de lo que habría que
hablar es de la impotencia y la inseguridad que sienten muchos padres a la hora
de limitar ciertas conductas en sus hijos. Parece que la adolescencia se está
alargando eternamente y esto muchas veces nos hace sentir sin la autoridad suficiente para educar.
Es muy difícil queriendo ser adolescentes poner límites a otro adolescente, en
todo caso querremos ser su amigo y así, encontramos el camino "fácil" que
es el de permitir muchas conductas en nuestros hijos desde que son pequeños,
con tal de ahorrarnos el trago de las rabietas y los enfados.
El otro día
una madre me preguntaba que podía hacer con su hija de 8 años, que a la hora de
vestirse siempre entraba en conflicto porque quería hacerlo a su manera, la
madre me contaba que ella daba varias opciones y la dejaba elegir ciertas cosas
pero todo dentro de un límite, pero esto no era suficiente e invariablemente el
tema acababa en enfado y pelea. Lo que más le extrañaba a esta madre era que su
hija en todo lo demás era una niña en general obediente y fácil. Le hablé
de que a lo mejor su hija necesitaba enfadarse con ella, probar donde estaban
los límites y hasta donde le iba a permitir llegar y que además este era un
buen ensayo para cuando llegara la adolescencia, porque ya habría aprendido a
que hay ciertas cosas por las que su madre no iba a pasar.
Los adolescentes necesitan romper
límites y normas pero también que haya alguien que los mantenga a raya.
Ayer en el programa de Onda Cero de Carlos Herrera se debatió el tema que
hoy nos ocupa, los oyentes llamaban y daban su opinión, muchos buscaban
responsables y se intentaban liberar de la culpa pero otros lo tenían muy
claro: los límites y las normas son importantes y eso es algo que se tiene que
aprender en casa, no se puede delegar en el gobierno, el colegio... Javier (minuto
37,24) un agricultor padre de una hija de 13 años decía que él lo tenía
claro, había que educar en casa, poner límites y sobre todo tener criterios
propios, no dejarse llevar por lo que otros hacían.
La adolescencia es una etapa que asusta a muchos padres, pero a lo mejor asusta tanto porque temen que rivalicen con el adolescente que todavía siguen siendo, si el adulto no tiene claros los límites, si busca la eterna juventud, si no tiene claro lo que se debe y lo que no se debe hacer ¿como va a educar? a lo mejor por eso muchas veces exigimos que lo haga alguien por nosotros.
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