viernes, 7 de junio de 2013

Multas a los padres que no impidan las borracheras graves a sus hijos


Este es el titular de una noticia publicada en "El País" el 5 de junio de 2013.  La polémica está servida: ¿quien es el responsable de que los menores beban? Para  algunos padres la responsabilidad está en los comerciantes que no deben vender alcohol  a menores, para otros son las fuerzas de seguridad que permiten los botellones en las vías públicas.   Estas pueden ser medidas necesarias pero no suficientes para limitar el consumo en menores, por esto nos gustaría pensar en el papel que juegan los padres y cuales son sus dificultades y responsabilidades.
Cuando los padres señalan a otros para que se hagan cargo de controlar a sus hijos es quizás porque se sienten muy desbordados e incapaces de saber cómo hacerlo.  Culturalmente los adultos nos estamos quedando más infantilizados y con esto queremos decir que hay una dificultad en nuestra sociedad para funcionar como personas maduras y responsables.  Actualmente da la sensación de que una persona adulta cuanto más jovial física y mentalmente parezca, más se le valorará, es como si no estuviese bien visto ser adulto y responsable, con todo lo que ello conlleva, queremos ser eternamente jóvenes e ¿irresponsables?   
Todo está pensado para que el mundo lo dirijan los jóvenes (no necesariamente de edad, sino de mentalidad), estamos creciendo en un entorno donde lo que se potencia es, por ejemplo en los medios de comunicación y publicidad, esloganes como: !no te pares! !el mundo no tiene límites! !salta las barreras! Los avances médicos han facilitado mucho la fantasía de eterna juventud, a nuestro abuelos ni se le pasaba por la cabeza la idea de que si les fallaba el hígado a lo mejor se lo podían clonar o  ¿por que no los ojos?  Todo esto genera la sensación de que podemos ser eternamente jóvenes.

La idea de padre con la que muchos hemos crecido, padres a los que respetábamos, con autoridad suficiente para marcar los límites y con las ideas muy claras sobre lo que se podía o no se podía hacer, parece que se ha diluido.

Creemos que de lo que habría que hablar es de la impotencia y la inseguridad que sienten muchos padres a la hora de limitar ciertas conductas en sus hijos. Parece que la adolescencia se está alargando eternamente y esto muchas veces  nos hace sentir sin la autoridad suficiente para educar. 
Es muy difícil queriendo ser adolescentes poner límites a otro adolescente, en todo caso querremos ser su amigo y así,  encontramos el camino "fácil" que es el de permitir muchas conductas en nuestros hijos desde que son pequeños, con tal de ahorrarnos el trago de las rabietas y los enfados.  

El otro día una madre me preguntaba que podía hacer con su hija de 8 años, que a la hora de vestirse siempre entraba en conflicto porque quería hacerlo a su manera, la madre me contaba que ella daba varias opciones y la dejaba elegir ciertas cosas pero todo dentro de un límite, pero esto no era suficiente e invariablemente el tema acababa en enfado y pelea. Lo que más le extrañaba a esta madre era que su hija en todo lo demás era una niña en general obediente y fácil.  Le hablé de que a lo mejor su hija necesitaba enfadarse con ella, probar donde estaban los límites y hasta donde le iba a permitir llegar y que además este era un buen ensayo para cuando llegara la adolescencia, porque ya habría aprendido a  que hay ciertas cosas por las que su madre no iba a pasar.

Los adolescentes necesitan romper límites y normas pero también que haya alguien que los mantenga a raya.  Ayer en el programa de Onda Cero de Carlos Herrera se debatió el tema que hoy nos ocupa, los oyentes llamaban y daban su opinión, muchos buscaban responsables y se intentaban liberar de la culpa pero otros lo tenían muy claro: los límites y las normas son importantes y eso es algo que se tiene que aprender en casa, no se puede delegar en el gobierno, el colegio... Javier (minuto 37,24) un agricultor padre de una hija de 13 años decía que él lo tenía claro, había que educar en casa, poner límites y sobre todo tener criterios propios, no dejarse llevar por lo que otros hacían.



La adolescencia es una etapa que asusta a muchos padres, pero a lo mejor asusta tanto porque temen que rivalicen con el adolescente que todavía siguen siendo, si el adulto no tiene claros los límites, si busca la eterna juventud, si no tiene claro lo que se debe y lo que no se debe hacer ¿como va a educar? a lo mejor por eso muchas veces exigimos que lo haga alguien por nosotros.



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