José Luis Sampedro y Sara Montiel han muerto esta semana, ambos eran mayores, pasaban de los 85 y aunque es ley de vida, no por esto duele menos.
Hay que hacer un duelo y muchas veces nos sentimos poco preparados para enfrentarnos a los duelos, porque creemos que enfrentarlos bien es que no te duela. Como si el sufrimiento fuese algo que hay que evitar. Quizás este tipo de ideas surja cuando no hemos ido desarrollando la capacidad de contener y elaborar el dolor.
Hay que hacer un duelo y muchas veces nos sentimos poco preparados para enfrentarnos a los duelos, porque creemos que enfrentarlos bien es que no te duela. Como si el sufrimiento fuese algo que hay que evitar. Quizás este tipo de ideas surja cuando no hemos ido desarrollando la capacidad de contener y elaborar el dolor.
Desde el comienzo de nuestra vida hemos de adaptarnos a un sin fin de cambios que son incómodos y dolorosos. Desde niños hay que irlos aceptando, ¡hasta los cambios físicos duelen!
Quizás la etapa de la vida donde se concentra el mayor número de cambios es la adolescencia. Los adolescentes tienen tres duelos que hacer:
El duelo por los padres ideales de la infancia y por separarse de ellos.
El duelo por el cuerpo, dejan atrás un cuerpo infantil
El duelo por ellos mismos, por lo que dejan de ser (ya no serán niños nunca más) y por lo que tienen que trabajar para crear una “nueva” identidad ¿en que adulto se van a convertir?
En la adolescencia hay que hacer muchos cambios, son imprescindibles para seguir creciendo. Estos cambios afectan al adolescente y a su entorno. En el caso de los padres han de repensar cual debe ser su lugar para con el adolescente y esto es doloroso. El dolor es todo aquello que te pone en contacto con la fragilidad: el dolor de no poderlo controlar todo, el dolor de no poder ayudar, el dolor del no saber, el dolor de separarte del niño que tanto te necesitó y que ahora quiere volar solo.
Todas estas experiencias son necesarias para que el adolescente se equipe de nuevas herramientas que serán imprescindibles para que se pueda manejar en el mundo adulto, donde ha de tener capacidad de análisis, capacidad de espera, de tolerancia a la frustración,... porque tiene que estar preparado para enfrentarse a los imprevistos que da la vida.
Imagen propiedad de las autoras del blog |
Crecemos durante toda la vida y para poder hacerlo hemos de revisar lo que necesitamos para ir cambiando. Es como si fuésemos una casa que a medida que vamos creciendo hay que ampliarla, reformarla, repararla, cuidarla… Estos cambios son los que configuran nuestros intereses y necesidades psíquicas, físicas, sexuales, necesidades sociales, de pareja...curiosidad, creatividad....que cambian constantemente en le proceso de vivir. A veces deshacernos de la habitación de la infancia da mucha pena, como a esos padres que pasados años desde que sus hijos se independizaron, todavía conservan la habitación tal cual la dejaron. Como si esperasen que volviese el adolescente que fue su hijo.
Aunque a veces se dice ante una muerte, “la vida no te prepara para esto”, es precisamente para lo que nos prepara, para poder sentirlo, para que duela sin morirnos de pena o volvernos locos.
Reservados todos los derechos. Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización de las autoras.
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1 comentario:
Es interesante valorar que el duelo no es algo que debamos evitar y que muy al contrario nos ayuda. En su justa medida, claro, ya que me viene a la mente la escenificación de un "duelo interminable" de esas señoras que llevaban luto por el resto de su vida.
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