lunes, 25 de febrero de 2013

¿Qué esconde el déficit de atención infantil con o sin hiperactividad (TDAH)?



En nuestro entorno profesional hay una gran preocupación por la cantidad de diagnósticos de déficit de atención con o sin hiperactividad que se están dando y  porque además estos diagnósticos, no se ajustan a la particularidad de cada niño y atienden  parcialmente a lo que les está pasando  y  necesitan.
De hecho, el otro día firmamos un escrito dirigido a RTVE en el que protestábamos por las afirmaciones realizadas en el documental “La energía de los inquietos”  emitido en Informe Semanal, el pasado 13 de enero de 2013. Este documental es uno de los muchos que informan  del TDA con o sin hiperactividad  desde una perspectiva biologicista.
El enfoque biologicista es el que entiende que las causas de un trastorno son biológicas, en el caso de TDAH, toma la conducta hiperactiva del niño como un problema de origen genético, sin tener en cuenta que los niños, independientemente de su genética, cuando se sienten mal lo expresan a través de su cuerpo. 

¿Por qué nos preocupan este tipo de diagnósticos?
Porque son “muy socorridos”, engloban una gran lista de síntomas en los que podemos ajustar a un buen número de niños. De este modo pasamos de la incertidumbre del no saber a la seguridad del diagnóstico. Pero lamentablemente ya no es un diagnóstico personalizado, es una etiqueta.

Muro de piedra
¿Si no son fiables por qué se hacen?
Son varias las causas. Por un lado utilizando el poder que nuestra época otorga a la Ciencia Médica, el diagnóstico proporciona una calma emocional impagable. Como dijo una de las madres del documental: estaba esperando “aunque suene duro decirlo” que su hijo tuviese una enfermedad. De este modo acaba la incertidumbre, pero también impide comprender mejor lo que pasa al niño para solucionar de verdad su problema.
Por otro lado también los profesionales se ven sometidos a este tipo de presión. Llegan a la consulta niños con distintos síntomas cognitivo-conductuales, todos ellos en distintos porcentajes e intensidades acompañados de padres con la urgencia de calmar su ansiedad.

¿Qué consecuencias puede tener un mal diagnóstico?
Tener un diagnóstico de TDAH y el tratamiento de los síntomas contiene mucho  la angustia familiar. Indudablemente tiene sus beneficios,  pero al   trabajar los síntomas y no  las causas, a medio plazo  la angustia no trabajada dará forma a otros problemas: Los niños crecen y ante nuevos retos evolutivos seguirán arrastrando sus dificultades no resueltas,  aparecerán otros síntomas producto de los primeros. El tiempo pasa, el niño avisó de que algo en su desarrollo psíquico no iba bien,  se va perdiendo la oportunidad de estructurar sanamente el psiquismo.

¿Qué papel tiene en todo esto la medicación?
En el caso de los niños con un diagnóstico acertado de TDAH la medicación puede ser necesaria. Pero estamos hablando de un descomunal porcentaje de niños diagnosticados de TDAH que no lo son. En estos casos la medicación es un recurso inútil para el niño aunque calme la ansiedad de sus padres y libere la presión sobre el profesional.

Pero es que además resulta contraindicado. El niño está en constante evolución, pasando por una serie de etapas evolutivas que de forma natural conllevan dificultades. Muchos de estos obstáculos  son intrínsecos al propio desarrollo, a los desajustes  de la relación padres/hijos,.. etc. Los niños con su comportamiento desorganizado nos están llamando la atención sobre algo que tenemos que intentar comprender.  Si los adultos nos “hiperactivamos” y queremos resolverlo ¡ya!, si sólo nos fijamos en la conducta disruptiva del niño y la “resolvemos” con una pastilla el conflicto  no desaparecerá, se tapará, perderemos la oportunidad de ayudarlo. 

Desde otras especialidades contamos con puntos de vista que nos ayudan a tomar perspectiva. Os invitamos a que leáis la entrevista realizada al antropólogo Eduardo Menéndez.



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jueves, 14 de febrero de 2013

Niños pistoleros


El New York Times del 7 de febrero en su artículo “Niños pistoleros”, explica cómo  existe un interés cultural en el uso de las armas, defendido por la Asociación Nacional del Rifle y la Fundación Nacional del Deporte de Tiro, con sede central en Newtown, (sólo a unos kilómetros de la Escuela Primaria  donde Adam Lanza, usó el Bushmaster AR-15 de su madre para matar a veinte niños y a seis adultos en diciembre) y que éstas  financian sus proyectos con dinero procedente del sector armamentístico.
Dichos proyectos están diseñados  para animar al uso de armas en un rango poblacional cada vez más joven.

Un estudio encargado el año pasado por el sector de los deportes de tiro indicaba que “se debe animar a los niños de edades comprendidas entre los 8 y 17 años a convertirse en embajadores entre sus semejantes para iniciar lentamente a otros jóvenes en el uso de lar armas”.

Armas de fuego
La preocupación que pueda haber por las matanzas llevadas a cabo por menores y jóvenes, parece  que no impide que se sigan creando  programas de animación infantil  al uso de  armas financiados por las empresas armamentísticas.

Quizás dichas empresas estén aprovechando  la dificultad que supone para una nación tener juicio critico sobre los aspectos que fundamentan su identidad, en el caso de los EEUU,  parte de identidad está asociada a la libertad del uso de las armas.
Porque la cultura en la que crecemos  construye nuestra identidad,  hace muy difícil una visión que analice con objetividad las costumbres o tradiciones intrínsecas a ella. Así   las empresas pueden tomar esos rasgos  culturales y alinearlos con sus propios intereses para convencer  al consumidor, al que le será difícil  desenmascarar los argumentos  así asociados y acepte,  poco a poco casi todo lo que las empresas quieran venderles. Está claro que para éstas es muy beneficioso que los niños tengan interés por las armas y que sus padres, si las campañas publicitarias son hábiles, lo defiendan como un valor importante a trasmitir a sus hijos. 

El debate sobre la conveniencia o no de que los niños disparen con armas, queda interrumpido. Si se defiende con argumentos  lo inadecuado de que los niños y armas vayan juntos, automáticamente parecerían atacados  los valores asociados a las armas  a través de la cultura  tales como: libertad, autenticidad, americano, verdadero, honesto,...

El debate debería poderse abrir en torno a lo que pueda ser favorable para el desarrollo del niño y aquello que no lo sea. Se tendría que poder hablar de cómo es la relación del niño, dependiendo de su edad, con  la muerte, la violencia, el poder,  qué significado tienen para él,  cómo debe ser su relación con ellos y de qué manera  deben acercarse para no vulnerar  su desarrollo psíquico.
Lo cierto es que cada vez somos menos permisivos con los cuentos de  hadas; los adultos queremos cambiar sus finales, ya no nos parece bien que el lobo sea malo, sin darnos cuenta que es en el mundo de la fantasía donde los niños deben lidiar con la muerte, el dolor, la enfermedad, el abandono  y todas aquellas cosas que les asustan.  Sin embargo cada vez les enfrentamos a edades mas tempranas a la “cruda realidad”.

Es muy probable que nos equivoquemos, pero de cualquier modo el niño siempre se adaptará a lo que el adulto haga con él y  probablemente lo valorará como bueno.

Quizás nosotros con la perspectiva que nos da una cultura distinta podamos  ver con mas claridad  lo que los americanos hasta el momento son incapaces. Quedan a merced de mercados oportunistas que apelan a la identidad cultural para defender cosas que el conocimiento  sobre educación, psicología e infancia, harían imposible. Quizás con esta experiencia nosotros podamos tomar perspectiva para descubrir nuestros equivalentes. 


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jueves, 7 de febrero de 2013

Jonan Fernández



El pasado mes de enero el lehendakari del Pais Vasco nombró a Jonan Fernández secretario general de Paz y Convivencia. Esta decisión está generando muchas protestas. Para el entorno de las victimas de ETA Jonan Fernandez ha sido nombrado para defender los intereses de la banda terrorista sin tenerlos en cuenta. Algunos periodicos  se han posicionado en su rechazo por ser un ex-miembro de HB.
Cualquier noticia concerniente a un movimiento de acercamiento de las dos partes de una sociedad tan distanciada como la del País Vasco, levanta ampollas.  ¿Como se sale de una situación donde ha habido mucho maltrato, donde todo se ha radicalizado tanto? A lo mejor hay que crear algún tipo de  acercamiento, no cerrarse en banda.
Pienso que es importante intentar ser objetivos y a lo mejor así podemos pensar y llegar nuestras propias conclusiones.
De lo que se trata es de pensar si existe algún camino de integración posible y si existe ¿cuál es?  Parece que la violencia de ETA ha cesado, por ahora. Es la primera vez en muchos años que los vascos pueden empezar a hablar de lo que ha estado sucediendo estos años, decir lo que quieran, sin miedo a las represalias.  Los antiguos simpatizantes de la banda armada pueden hablar, a diferencia de lo que hacían antes que era pegar tiros, en los pueblos se puede criticar a ETA sin temor.  A lo mejor este es el camino.

Atardecer de enero
Después de tantos años de violencia se necesita un espacio no violento para enfrentarse, para echar en cara, para criticar, en definitiva, un espacio no violento para empezar el camino de la reparación. Mediante el acercamiento social hay que encontrar espacios comunes, aunque sean muy pequeños y desde ahí se podrán trabajar las diferencias, pero todo dentro de un proceso.
Necesitamos a alguien que medie y parece que Jonan Fernández es un buen candidato, nunca ha pertenecido a la banda pero ha estado cerca. Nunca ha sido una victima del terrorismo pero no las ve como como “daños colaterales” a una acción armada.   El día 13 de marzo de 2006 en una entrevista que le hicieron en el Diario Vasco ante la pregunta de ¿No es muy polémico decir que no es necesario el perdón? El respondía:

“Es que nosotros pensamos que el perdón es muy beneficioso y muy conveniente y muy necesario en un proceso de reconciliación. Pero pedir perdón o perdonar por obligación no es perdón, es otra cosa, pierde su esencia. No debemos plantear como una condición de partida de un proceso de reconciliación algo que debe ser parte del proceso. Se está viendo un discurso que plantea el pedir perdón como imperativo de partida, y esto es algo que hace que pierda valor. O el perdón es voluntario y auténtico o no es perdón.

Cualquier mediador al principio, va a ser atacado por los grupos en conflicto.  Las partes están tan alejadas desde el odio que la desconfianza es enorme.  No debemos esperar otra cosa, para que se produzca algún tipo de acercamiento este debe ser el camino. Es importante crear un espacio institucional para que las diferencias se resuelvan con la palabra, aunque esta sea violenta.  Habrá que escuchar los enfados por incoherentes que nos parezcan y generar un proceso de resolución del conflicto. Para que esto suceda se necesita mucho tiempo, desde el enfado las cosas se quieren resolver ¡ya! Pero si se trata de un proceso genuino de reparación habrá que transitar por toda la incertidumbre y vorágine emocional de ambas partes, como dice Jonan Fernández: el perdón no se puede pedir al principio, es algo que sale al final del recorrido.


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